No se pretende en esta exposición repetir conceptos conocidos en el mundo de la Criminología y Criminalística y que tanto juego dan a los aficionados en ámbitos como la investigación criminal y que se reproducen en multitud de libros básicos de esta disciplina reproduciendo frases de Edmon Locard que en su obra de “Traté de la Criminalistique” en donde afirmó, entre otras cosas, que «los restos microscópicos que cubren nuestra ropa y nuestros cuerpos son testigos mudos, seguros y fieles, de nuestros movimientos y de nuestros encuentros» llegando a establecer el famoso principio de intercambio de lleva su nombre. Centraré la exposición, por tanto, porque considero resulta de mayor interés práctico desde la visión experimental que siguen los investigadores policiales en esta materia y que puede resultar de interés en este blog.
Como se sabe la investigación de un homicidio no sigue reglas fijas e inmutables en su desarrollo ya que cada uno de ellos integra aspectos que lo distinguen de otros hechos delictivos como es la variabilidad del móvil y su condición emocional que denota que, en ocasiones aparezcan comportamientos violentos que escapan a cualquier razonamiento comprensible. Es por esta razón que el investigador necesita estar dotado de una serie de facultades imprescindibles para poder esclarecer este terrible delito al igual que en cualquier otra profesión y que en especial lo podemos resumir en:
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- Inteligencia
- Experiencia
- Intuición
- Vocación profesional
- Dedicación y
- Método
Pero para poder desarrollar una investigación de un homicidio con seriedad se deben poseer esas cualidades y estar dotado de otras de carácter procesal que la legislación otorga a los funcionarios policiales que están facultados para que su resultado tenga validez procesal.
Al mismo tiempo debemos reconocer que, como en todas las profesiones, se requiere poseer la experiencia que se exige para que sus resultados sean reconocidos como fiables, objetivos y válidos en un tribunal y para ello, no basta con acreditar su experiencia en haber leído múltiples textos de novela negra o visionado todas las series de televisión que tratan sobre mentes criminales. Debemos preguntarnos antes ¿Cómo podemos considerarnos en experto en la investigación de delitos violentos si no estoy facultado legalmente para ello y no hemos realizado ni tan solo una investigación ni acudido a una escena de un crimen, confeccionado un atestado, informe o haber asistido a un solo juicio por esta especialidad? Esta misma pregunta nos la podríamos realizar en otros ámbitos relacionados con el Derecho de la misma forma e interrogarnos ¿Cómo nos podemos considerar en ser unos expertos abogados penalistas sino hemos defendido ni en una sola ocasión una causa criminal en una sala de vistas?
Es por esta razón que, en esta materia, sin perjuicio de la relevancia que tienen los numerosos textos de Criminalística que existen publicados, para poder describir como se investiga un homicidio no basta con reproducir textos de insignes criminalistas, criminólogos o juristas sino que es imprescindible haber tenido la responsabilidad de tener que esclarecer profesionalmente la autoría de estos graves delitos.
Es indudable que para ello se requiere poseer las cualidades expuestas de las que no hablaremos porque existe mucho escrito al respecto y lo centraremos en el MÉTODO.
¿Qué consideramos método de investigación en un homicidio?
Pues lo podemos considerar como la forma racional, ordenada y objetiva de la actividad investigadora que orienta el camino para alcanzar su objetivo, es decir el conocimiento de la realidad de lo sucedido.
Por otra parte, ante un homicidio nos podemos preguntar cuáles eran las variables a investigar. En ocasiones algunas de las variables que se estudian se conocen desde el principio dado los indicios que podemos hallar en la escena del crimen pero hay otras que se ignorar y que pueden ayudara a esclarecer los hechos acaecidos.
Y también nos podemos preguntar ¿cuál es el método empleado para identificar todas las variables que han intervenido en un crimen? La respuesta está en el desarrollo de un método serio y ordenado de investigación criminal.
Empezaremos con el esclarecimiento de las variables más relevantes como son las causales y las temporales que dan respuesta a la interrogación de ¿qué y cuándo sucedió? sin perjuicio de determinar el móvil, si es identificado, porque aunque no aparezca implícito en el crimen, siempre hay uno aunque sólo esté en la mente del criminal.
En la investigación de un homicidio, una vez analizada con todo detalle la escena del crimen y recogidos todos los indicios hallados nos permitirá esclarecer la variable causal que se centra en el análisis de la escena del crimen y del resultado de la autopsia y a continuación resultará imprescindible establecer la variable temporal para esclarecer cuándo ocurrió el crimen.
Para ello resulta determinante establecer con exactitud cómo sucedieron los hechos en el tiempo y poder ubicar después si los sospechosos se hallaban en ese espacio temporal sin coartada.
Para ello, el investigador debe establecer en primer lugar la hora de la muerte que la fijará el resultado de la autopsia, sin perjuicio de la información que podamos obtener de la investigación policial y que se apoya en la aportación de testimonios o en el fruto de las nuevas tecnologías (cámaras de videovigilancias, dispositivos de telefonía, GPS, etc.)
Otro dato básico lo aporta la hora en la que se localiza el cadáver y cuándo fue visto por última vez la víctima.
Un dato que puede ayudar a reducir el intervalo que rodea el crimen consiste en esclarecer el tiempo que pudo emplear el autor para cometer el hecho dado que se puede obtener como resultado de la inspección ocular técnico policial y el resultado de la autopsia unido a las declaraciones testificales.
En el siguiente post hablaremos del resto de variables que deben analizarse en la investigación del homicidio para poder esclarecer el hecho y la autoría.