Sobre las causas de la delincuencia violenta se ha escrito mucho pero no siempre con la seriedad que se requiere para poder alcanzar unas conclusiones que arrojen consecuencias de carácter científico fruto del estudio pormenorizado y profundo de un problema que afecta a nuestra sociedad. En este documento reflejo un breve relato de algunos aspectos recogidos por el criminólogo Thomas J. BERNARD[1]. que da luz sobre determinados aspectos relacionados con la delincuencia violenta contrariamente a otras teorías personalistas que carecen de base argumental y que tanto abundan en nuestras redes sociales.
Estos estudios criminológicos sobre las causas de la delincuencia violenta, como el descrito de Thomas BERNARD, sintetiza el esfuerzo de investigación basado en estudios empíricos, estadísticos y de análisis de otros realizados por destacados autores[2] que permite considerarlo como experto en la investigación de la causa de la delincuencia violenta algo totalmente ajeno a otras teorías basadas en el análisis de series televisivas y resúmenes de relatos de crímenes horrendos.
Aunque la delincuencia violenta parece ser en sí misma un fenómeno sencillo, existen dos tipos de teorías causales que toman a la delincuencia violenta como su variable dependiente. La primera clase de teorías plantea una relación entre las características de algunos individuos y las probabilidades de que dichos individuos lleguen a realizar actos de delincuencia violenta. Un segundo tipo de teorías afirma la existencia de una relación entre las características de grupos sociales y los porcentajes y distribuciones de la delincuencia violenta dentro de dichos grupos.
La primera perspectiva teórica asume que algunas personas son más propensas que otras a cometer delitos violentos. Por lo tanto, estas teorías pretenden identificar las características personales que originan estas diferencias en el comportamiento. Desde una perspectiva de política criminal, si podemos cambiar dichas características, entonces podremos obtener un cambio en la delincuencia violenta. La segunda perspectiva teórica asume otro punto de vista al considerar que en determinados contextos sociales existe una tasa mayor de delincuencia violenta, independientemente de las características personales de los que se encuentran en dichas situaciones. Estas teorías pretenden, en consecuencia, identificar las características sociales que causan estas diferencias en las tasas de criminalidad, por ejemplo el desempleo.
Por otra parte, se ha señalado en ocasiones a la naturaleza humana como la causante de la delincuencia (HIRSCHI). Sin embargo, la naturaleza humana no es una variable, sino que, al contrario, se trata de una constante. Al ser la delincuencia una variable, no admite correlación con la naturaleza humana, pues una variable no puede correlacionarse con una constante. En este sentido parecería que la naturaleza humana no puede causar la delincuencia. En cualquier caso, en tanto que la naturaleza humana es una constante no puede ser modificada.
En la mayoría de estudios, la delincuencia violenta parece estar asociada de forma general a los mismos factores independientemente del sexo de los infractores (MOFFITT et al., 2001; RUTTER et al., 19t98), – algo que contradice otras posiciones de aficionados que atribuyen mayor incidencia a un sexo que a otro-.
Se han realizado revisiones excelentes de las causas de la delincuencia violenta, todas ellas centradas en estudios longitudinales. La primera de ellas es de LIPSEYDERZON (1998), quienes llevaron a cabo un amplio metaanálisis de predictores de infracciones graves o violentas entre niños y adolescentes. Estos autores identificaron los principales predictores de la delincuencia grave o violenta realizada entre jóvenes de 15-25 años y menores de edad. A grandes rasgos, LIPSEY-DERZON encontraron que las influencias familiares constituyen el factor más importante en los primeros años. Posteriormente los factores escolares se vuelven más relevantes, y finalmente ocupan este lugar las influencias de los grupos de amigos. Una segunda revisión es la de HAWKINS en la que se clasifican las causas de la delincuencia violenta en cinco niveles: individuo, familia, escuela, amigos y ambiente.
En otra línea, determinados factores económicos están asociados con tasas mayores de violencia, incluyendo la violencia juvenil. La modernización económica en sí misma, se asocia con reducciones de la violencia a gran escala, pues las sociedades subdesarrolladas son más violentas que las que no lo son. No obstante, las primeras etapas de la modernización económica se asocian normalmente con grandes expansiones de la violencia, especialmente entre la población juvenil (BERNARD, 1992). Además, la desigualdad económica está asociada con la violencia a un nivel social (VOLD et al., 2002). Estos factores quizá estén relacionados, porque el estado inicial de la modernización económica frecuentemente se asocia con una desigualdad económica extrema.
A juicio de BERNARD, es la desigualdad económica y no la modernización, el factor que aumenta la violencia a un nivel social. Es decir, la desigualdad económica es un problema social porque si bien tiene consecuencias positivas también tiene negativas. El lado positivo es que la desigualdad económica es el gran mecanismo del crecimiento económico, las sociedades con una desigualdad demasiado baja (como el comunismo) simplemente no crecen. Pero el lado negativo es que demasiada desigualdad económica genera una considerable variedad de problemas sociales, incluyendo la violencia.
Ello sugiere que las sociedades quizás deban considerar políticas económicas que promuevan un nivel “óptimo” de desigualdad económica, esto es, que siendo aptas para fomentar el crecimiento económico, limiten parte de los problemas sociales que comporta. En cierta medida, dicho nivel “óptimo” para una determinada sociedad dependerá del valor relativo que dicha sociedad otorgue a la consecución del crecimiento económico versus la prevención de los problemas sociales no deseados.
[1] BERNARD, Thomas J., “Causas fundamentales de la delincuencia violenta”. La delincuencia violenta ¿prevenir, castiga o rehabilitar?. José CID y Elena BARRAURI. Tirant “Criminología y Educación Social”, Instituto Andaluz Interuniversitario, Valencia, 2005. Pp. 45-65.
BERNARD, fue profesor de justicia penal y sociología en la Universidad Estatal de Pensilvania. Doctor en 1981 en justicia penal en la Universidad Estatal de Nueva York en Albany. Es autor de muchos libros y artículos académicos, incluyendo «La Criminología Teórica de Vold», «Consenso Debate de Conflictos: Forma y Contenido en Teorías Sociales», y «Ciclo de Justicia Juvenil». También se sintió orgulloso de servir como editor o coautor en libros como «Behind a Convict’s Eyes: Doing Time in a Modern Prison», «Life for a Life: Life Imprisonment, America’s Other Death Penalty», «Prison. Thomas Joseph Bernard murió el martes 28 de julio de 2009 en State College, Pa.
[2] FARRINGTON, KIRBY-FRASER, HAWKINS, MOFFITT, RUTTER, LIPSEYDERZON, LAURITSEN y WHITE, SILVERMAN, HUESMANN, MILLER, ERON y HUESMANN, THORNBERRY, STOUTHAMERLOEBER, SMITH-THORNBERRY, HIRSCHI, et al.