Últimamente estoy asistiendo con frustrada incredulidad a reiterados comentarios en redes sociales emitidos por supuestos expertos en Criminología que se atribuyen cualidades de peritos de dudoso reconocimiento práctico y que tan solo reflejan, en muchos de esos casos, una excelente memoria en la reproducción de los apuntes del grado o resúmenes de expertos investigadores de agencias federales estadounidenses, salpicadas con profusa imaginación de escenas de múltiples series de crímenes policíacas que nos han traído las plataformas digitales americanas y que nos presentan como una espectacular película que desarrolla la comisión de algunos crímenes atroces.
Y uno se pregunta, cuando alguien se identifica públicamente como experto en la Criminología de delitos violentos ¿qué quiere decir? ¿Qué es práctico o experimentado en algo o que está especializado o está dotado/a de grandes conocimientos en una materia como cita el Diccionario de la lengua española? ¿Se puede uno constituir en experto penalista por ejemplo, sin haber asistido ni una sola vez a un juicio por delito leve o saber redactar una denuncia en comisaría aunque se haya graduado en Derecho?
Realmente, debo significar, porque sigo algunas de esas series que describen como se investigaron esos crímenes, que difieren mucho de lo que se nos presenta por desgracia en nuestras cadenas de televisión o en los debates de mesas televisivas que raramente invitan a expertos en materia de investigación criminal y en su lugar, muchas de ellas, la integran periodistas que dicen ser expertos en multitud de materias lo que dificulta profundizar en materias tan sensibles como es la investigación policial, científico criminal y judicial buscando más la notoriedad que la seriedad.
Pero lo que más me llama la atención son los artículos que se leen algunas redes sociales redactados por autodenominados expertos en la Criminología que describen con todo detalle la vida de los asesinos en serie a quienes se les describe con la espectacularidad que no se merecen reproduciendo con todo detalle su forma de infligir el mal como si se tratase de modelos a admirar por su maldad. Esta forma de describir su vida, entorno, amigos, familia, costumbres y forma de vida se realiza por algunas de ellas, como si se tratase de personajes de una novela o película de terror de ficción cuando en realidad se trata de casos reales que han sacrificado violentamente la vida de personas inocentes.
Es tanta la frialdad que se refleja en algunos de estos fragmentos que se citan a las víctimas con sus nombres y apellidos despojándolas, al haber fallecido, del mínimo respeto a su intimidad, narrando con todo detalle las lesiones que presentaba, el recorrido forense de las heridas padecidas y que provocaron su angustia y muerte violenta con tanta falta de empatía que asusta solo escucharlo o leerlo a cualquier persona que desconozca lo que es asistir a una escena de un crimen algo que no sucede a los policías que día a día tenemos esa obligación.
Personalmente, y como consecuencia de haber trabajado más de 35 años en la investigación criminal de todo tipo de delitos integrante de la Policía Judicial, me resulta especialmente preocupante que se pueda representar de esta forma a personajes que han infligido tanto dolor en sus víctimas, en su entorno personal y familiar más directo, considerando a la víctima como un objeto sin valor y explico el motivo de esta sensación de malestar.
Quienes hemos tenido la responsabilidad de investigar delitos de homicidio, en este país llamado España, estando al frente de equipos altamente especializados en el seno del Cuerpo Nacional de Policía y del Cuerpo de Mossos d’Esquadra, como es mi caso, necesitamos trasladar ciertos sentimientos que subyacen en nuestra labor profesional y que quisiera compartir con mis lectores del blog aunque se separe de mi especialidad que más me atrae.
Los policías integrados en los grupos de homicidios tienen una extraordinaria responsabilidad que muchas personas desconocen pero que puede perdonarse porque no conocen su función, pero lo que me parece inconcebible es que, otros que conocen su actividad y cometido en el actual Ordenamiento Jurídico, pretendan situarlos en un marco residual, anecdótico y compararlo a algo parecido a figurantes de la escena y considerarlos simples criminalistas y cuya única función en cumplir órdenes superiores y carentes de iniciativa profesional y lo peor que esta consideración se les atribuya por determinados personajes que en su vida nunca han estado presentes en una escena criminal y tan solo se la han imaginado viendo navegando por Internet o a través de series de televisión importadas aunque se hayan graduado en esa fantástica y milagrosa ciencia multidisciplinar que permite desempeñar en su mente todas las profesiones menos la de investigador policial de este tipo de crímenes.
No, no es esa la función y responsabilidad de los funcionarios policiales especializados en la investigación o la que desarrollan en el ámbito de sus competencias los detectives privados, sino que la Ley marca otra de mayor trascendencia para asegurar la seguridad al esclarecer esos horrendos crímenes, recoger válidamente las pruebas y proceder a ponerlas a disposición del juez al igual que sus autores.
Esta reflexión es el punto de partida de una inquietud a la que vengo asistiendo desde hace un tiempo y que necesito compartir con mis lectores entre otras razones porque considero que se debe trasladar la verdadera labor de esos policías que ponen a disposición de la sociedad sus conocimientos, vocación de servicio y disponibilidad sacrificando su vida personal y familiar solo con la esa finalidad separar de nuestra vida a aquellos individuos que cometen esos crímenes horrendos con su esfuerzo personal y profesional y permanecer lejos de los focos de la prensa y de las redes sociales mientras otras personas, ociosas, se dedican a narrar con todo detalle la vida y milagros de los victimarios y el rastro de sangre dejado en la escena que tan solo han imaginado en sus mentes y que desconocen por completo.
En la siguiente reflexión quisiera describir las sensaciones que se perciben cuando los policías integrantes de los grupos especializados de policía judicial y de policía científica cuando tienen que escudriñar y comprender con todos sus sentidos lo que ha podido suceder en el lugar donde ha sido terriblemente asesinado un ser humano sin poder defenderse y pedir auxilio de esa Policía que tantos ignoran o denostan injustamente.
!Cuánto daño han hecho algunas películas!