Los esquemas piramidales, tipo Ponzi[1] actualmente tienen tantas formas como dificultad de poderse reconocer de inmediato. Sin embargo, todos comparten una característica primordial, prometen a los consumidores o inversores grandes ganancias basadas principalmente en captar a otros para unirse a su gran proyecto. Algunos esquemas fraudulentos intentan demostrar ofrecer la venta de un producto o inversión pero lo que se sucede en realidad es que simplemente usan esta estrategia para ocultar su estructura piramidal.
Un esquema Ponzi está estrechamente relacionado con una pirámide porque gira en torno al reclutamiento continuo donde el promotor generalmente no tiene productos para vender. En este esquema no hay una oportunidad de inversión real, y el promotor solo usa el dinero de los nuevos inversores para pagar los compromisos adquiridos con los miembros más antiguos del proyecto fraudulento. En inglés, hay una expresión que resume muy bien este esquema: se llama «stealing from Peter to pay Paul.» (robarle a Peter para pagarle a Paul). De hecho, también se denominan estos esquemas fraudulentos estafas «Peter-Paul[2].
Tanto los esquemas de Ponzi como las pirámides son bastante seductores porque pueden ofrecer una alta tasa de rendimiento a unos pocos inversores iniciales por un corto período de tiempo. Sin embargo, los esquemas piramidales y Ponzi son ilegales porque inevitablemente deben desmoronarse. Ningún programa puede reclutar nuevos miembros para siempre y garantizar el pago de comisiones tan elevadas. Cada pirámide o esquema Ponzi se derrumba porque no puede expandirse más allá del tamaño de la población de la tierra. Cuando el esquema se derrumba, la mayoría de los inversores se encuentran en el fondo, incapaces de recuperar sus pérdidas.
Como afirma Debra A. Valentine de la Federal Trade Comssion, algunas personas confunden los esquemas piramidales y Ponzi con un marketing multinivel legítimo. Los programas de marketing multinivel se conocen como MLM ( multilevel marketing) y, a diferencia de los esquemas piramidales o Ponzi, los MLM tienen un producto real para vender. Más importante aún, los MLM en realidad venden sus productos a miembros del público en general, sin requerir que estos consumidores paguen nada adicional o se unan al sistema MLM. Los MLM pueden pagar comisiones a una larga cadena de distribuidores, pero estas comisiones se pagan por ventas minoristas reales, no por nuevos reclutas.
En España, la venta multinivel está regulada por la Ley 7/1996, de 15 de enero, de ordenación del comercio minorista, en el artículo 22 que establece: “1. La venta multinivel constituye una forma especial de comercio en la que un fabricante o un comerciante mayorista vende sus bienes o servicios a través de una red de comerciantes y/o agentes distribuidores independientes, pero coordinados dentro de una misma red comercial y cuyos beneficios económicos se obtienen mediante un único margen sobre el precio de venta al público, que se distribuye mediante la percepción de porcentajes variables sobre el total de la facturación generada por el conjunto de los vendedores integrados en la red comercial, y proporcionalmente al volumen de negocio que cada componente haya creado. A efectos de lo dispuesto en este artículo, los comerciantes y los agentes distribuidores independientes se considerarán en todo caso empresarios a los efectos previstos en el texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias.” Y en el artículo 23 se establece la prohibición de las ventas en pirámide: “Son prácticas de venta piramidal las previstas en el artículo 24 de la Ley 3/1991, de 10 de enero, de Competencia Desleal, siendo nulas de pleno derecho las condiciones contractuales contrarias a lo dispuesto en dicho precepto”, en la que que “Se considera desleal por engañoso, en cualquier circunstancia, crear, dirigir o promocionar un plan de venta piramidal en el que el consumidor o usuario realice una contraprestación a cambio de la oportunidad de recibir una compensación derivada fundamentalmente de la entrada de otros consumidores o usuarios en el plan, y no de la venta o suministro de bienes o servicios.”
Por todo ello, las principales características de un fraude o estafa piramidal, “negocios ruinosos” que periódicamente aparecen por los mercados financieros son las siguientes:
1.- La estafa piramidal tiene la característica principal de NO estar soportado por ninguna actividad empresarial, económica o inversora, y si la hay es una actividad mínima que no puede generar los beneficios que corresponderían a cada uno de los inversores, por lo que su funcionamiento operativo consiste en ir pagando a los primeros “inversores” con parte del dinero de los últimos que van llegando al “negocio”.
2.- Ofrecen unas rentabilidades muy elevadas que normalmente están fuera de los niveles que ofrece el mercado, que suponen un gran atractivo a la gente. Si un banco paga un 2% por sus depósitos poca gente le va a dar el dinero a un desconocido para ganar un 4%, ya que el riesgo no merece la pena. Pero si lo que se ofrece es un 30% mucha gente empieza a echar cuentas de lo que podría ganar sin ningún esfuerzo y cae en la trampa, empiezan invirtiendo cantidades pequeñas que posteriormente incrementan al recibir los primeros beneficios.
3.- Ofrecen rentabilidades garantizadas: Las rentabilidades altas se pueden conseguir operando en el mercado de divisas, acciones, petróleo, etc. pero nunca se pueden garantizar por ningún operador inversor en el mercado, garantía que si ofrecen los estafadores. Hay inversores o traders muy buenos que pueden ganar un 20%-30%, incluso más, al año, pero ninguno puede garantizar la rentabilidad final.
4.- La actividad de este tipo de fraude comienza como un negocio lícito cualquiera, dado que una vez extendida la red de captación, suele entrar más dinero nuevo que el necesario para pagar a los “inversores antiguos”. Los primeros inversores comienzan a recibir pronto sus rápidas y suculentas ganancias y movidos por su estado eufórico, atraen a sus círculos cercanos, familiares y amigos, para que se sumen a un negocio del que aparentemente no puede desprenderse riesgo alguno.
5.- En las estafas piramidales siempre hay gente que cobra lo prometido. Este detalle es muy relevante porque puede constituir la prueba de constituir un negocio altamente rentable lícito ya que se conocen inversores que han cobrado puntualmente. Si nadie cobrase los estafadores no podrían gozar de esa falsa solvencia del resto de los inversores ya que esta es la mejor forma de agrandar la pirámide e incrementar los beneficios en la cúspide.
6.- Suelen ofrecer beneficios o comisiones en forma de dinero mediante bonus o premios a aquellos que captan a inversores adicionales. Al ofrecerles beneficios a los inversores que ya están dentro por convencer a otras personas, los estafadores activan una manera muy efectiva una cadena de crecimiento exponencial de la sociedad fraudulenta.
7.- El momento final del fraude piramidal aparece cuando tras muchas reclamaciones, los inversores antiguos y nuevos descubren que la sociedad encargada de la inversión no existe realmente o no está debidamente legalizada o simplemente ha desaparecido llevándose sus fondos, lo que genera la desconfianza en la inversión.
8.- Toda la información y gestión del negocio está monopolizada por el estafador. El estado financiero es aportado por la propia empresa y nunca por auditorías externas por lo que sus inversores desconocen la fiabilidad de los datos contables y financieros.
9.- Situación geográfica de la sociedad de inversión: Este tipo de sociedades fraudulentas de gestoras de fondos o capital suelen ubicar su “base de operaciones” en países con una legislación financiera y fiscal escasa o directamente inexistente como paraísos fiscales desde donde mueven el dinero captado y permite su fuga posterior una vez que consiguen lograr su objetivo de engaño delictivo. Los estafadores suelen argumentar ante los inversores y posteriormente víctimas que la empresa está registrada en estos países para evitar tributar en exceso y beneficiarse sus inversores de las ganancias obtenidas.
10.- Falta de transparencia: Como las estafas piramidales no realizan inversiones reales y evitar que se descubra su destino final ocultando su trazabilidad a los inversores constituyendo la falta de transparencia una característica común del fraude. Si las operaciones fueran lícitas se publicarían sus inversiones, rentabilidad y destino de las ganancias y disipar todos los posibles rumores y desconfianzas que generaría la falta de información.
11.- Generalmente junto al delito de estafa piramidal suele cometerse el delito de falsificación de documentos y el delito de blanqueo de capitales, ambos delitos sirven para ocultar las verdaderas cuentas o inversiones que realizan los estafadores, para ello se falsifican contratos de inversión, certificados de depósitos bancarios, garantías bancarias etc.
En las estafas piramidales más elaboradas los estafadores crean o compran sus propios bancos de pequeño tamaño en paraísos fiscales para poder ocultar mejor aún sus cuentas y depósitos, creando empresas instrumentales y personas de paja que son utilizados como testaferros.
12.- No están registradas en la Comisión Nacional del Mercado de Valores ni en el Banco de España. Sólo las empresas registradas han obtenido del supervisor competente una autorización para prestar servicios de inversión, tras acreditar el cumplimiento de ciertos requisitos (capital suficiente, organización y medios adecuados, etc.).
13.- No están adheridos al Fondo de Garantía de Inversiones o de Depósitos, por lo que los inversores quedan totalmente desprotegidos en caso de insolvencia de la entidad no autorizada. En definitiva, confiar en una empresa o persona que prometen este tipo de inversiones es una forma segura de perder el capital, ya que no es posible recurrir a ninguno de los mecanismos de protección del inversor previstos en las disposiciones legales.
Mientras el engaño funciona con aportaciones nuevas no hay problema pero llega un momento donde la pirámide deja de crecer y todos los inversores empiezan a reclamar sus prometidos altos intereses los cuales han comenzado a dejar de percibir ese dinero que supuestamente proviene de la alta rentabilidad de la inversión y que no es más que el fruto del engaño a otros inversores: los estafadores van entregando pequeñas sumas de dinero que provienen de otros que invirtieron con posterioridad.
Además, los inversores que vieron multiplicar sus ahorros, movidos por la codicia, reinvierten sus ganancias una y otra vez. Sin embargo este negocio «redondo» se trunca cuando, de un día para otro, los estafadores desaparecen sin rastro y, con ellos, el dinero invertido. De este tipo de negocio, los únicos que se hacen ricos son los estafadores.
No debemos olvidar, como afirma Debra A. Valentine, que la víctima, como el primer inversor, pensó en sí mismo en la parte superior de la pirámide, pero de repente se da cuenta de que en realidad está en la parte inferior, incapaz de encontrar personas interesadas en el programa para construir su línea descendente. Las matemáticas muestran que la mayoría de los inversores se encontrarán en la parte inferior de la pirámide cuando se derrumbe. La estructura misma de esta matriz determina que siempre que ocurra el colapso, al menos el 70 por ciento de las víctimas se encontrarán en el nivel inferior y sin medios para obtener ganancias.
[1] Charles Ponzi (1920), un ex convicto atractivo, prometió a la comunidad italoamericana del sur de Boston que les daría un retorno del 50 por ciento de su dinero en solo 45 a 90 días. El Sr. Ponzi afirmó que podía pagar tal alta tasa de rendimiento porque podría ganar el 400 por ciento al intercambiar y canjear cupones de respuesta postal. Estos cupones se habían establecido en virtud de la Convención Postal Universal para permitir que una persona en un país pague por adelantado el franqueo de devolución en un paquete o carta enviada desde otro país. Durante un corto tiempo después de la Primera Guerra Mundial, las fluctuaciones en las tasas de cambio de divisas crearon una disparidad entre el coste y el valor de canje de los cupones de respuesta postal entre varios países. Sin embargo, Ponzi descubrió que solo podía ganar unos pocos centavos por cupón y que manejar grandes volúmenes de cupones costaba más de lo que valía. Dejó de canjear cualquier cupón, pero continuó recaudando el dinero de los inversores. Cuando en realidad devolvió el 50 por ciento a algunos de los primeros inversores, su reputación se disparó y fluyó más dinero de todo el país. Ponzi compró una casa elegante en la mejor parte de la ciudad y una gran participación minoritaria en su banco local, la Hanover Trust Company. Finalmente, su plan comenzó a desmoronarse, arruinando al banco y a miles de inversores. Pocos días después, la Comisión Bancaria se hizo cargo de Hanover Trust, y Ponzi fue arrestado por fraude postal. Al final, Charles Ponzi le debía a los inversores más de 6 millones de USD, una enorme suma de dinero para ese momento. Fue declarado culpable de fraude en los tribunales estatales y federales y cumplió diez años de prisión.
[2] https://www.ftc.gov/es/public-statements/1998/05/pyramid-schemes